domingo, 14 de septiembre de 2008

Un país inculto está condenado al gobierno de la incultura.

Uno de los grandes logros pretendidos por el PSOE, es conseguir la igualdad, pero no la igualdad frente a la ley, sino pretender que todos seamos iguales. Esto en el fondo es una auténtica barbaridad, si se tiene en cuenta que se trata de aniquilar los valores diferenciales del individuo, para conseguir individuos iguales.
Por supuesto, juegan a decir que la igualdad es un derecho social, pero este tipo de igualdad es antisocial y más en su planteamiento, me explicaré con algunos ejemplos clarificadores de este singular concepto.
Nuestro sistema educativo, uno de los más deplorables del mundo, que arroja unos de los peores datos formativos y de fracaso escolar, se basa en este sistema , donde prima igualar a los educandos, de este modo se aniquila el esfuerzo, como elemento añadido , se bajan los niveles de contenidos para que puedan acceder a éstos una mayoría, y como consecuencia trae que quien los rebasa o puede hacerlo quede relegado a quedarse con los niveles mayoritarios de la mediocridad que es la mayoritaria.
Con este esquema, los contenidos son raquíticos y escasos, sin embargo el esfuerzo mayor se da en el énfasis de enfoque que se da sobre determinadas materias, como puede ser las políticas lingüísticas, la dificultad de acceso a la asignatura de religión, la manipulación de la interpretación y exégesis de la historia de España que se imparte a los alumnos o bien como muestra más clara, en ese catecismo social que supone la asignatura de educación para la ciudadanía.

Por si fuera poco, la autoridad de los educadores se ve contrarrestada, por la responsabilidad que el ejecutivo le ha ido añadiendo poco a poco como una losa, así , un educador puede y tiene que responder de acciones que son de exclusiva responsabilidad de los alumnos a los que se exime de responsabilidades, así mismo, la capacidad correctora de los educadores ha quedado fuertemente restringida y constreñida, lo que redunda en que no se impone el esquema del profesor, sino del alumnado, concediéndole el derecho al alumnado de hacer hasta huelga de asistencia a clase, como vimos en su día con las huelgas a favor de la paz, (una cuestión que sólo es resoluble desde las aulas). Este hecho hace que el profesorado opte por el camino fácil de dejarse llevar e intentar evitar cada uno de los problemas que se le presentan.
Así mismo, otro dato desesperanzador, consiste en que las pruebas de acceso de ese profesorado, en especial en la enseñanza pública , se basa sobre pruebas donde prima un corte político predefinido, de hecho, las pruebas albergan contenidos con enfoques tendenciosos que no buscan ni persiguen fines didácticos.
Si quieres ser profesor debes cuanto menos enunciar esos pseudoconocimientos en las pruebas para acceder a la plaza.
Esto implica que tenemos una plantilla de profesorado, sin implicación, que favorece tendencias políticas para eludir trabajo y responsabilidades, pues cuanto menos se trabaje mejor, si hece falta quedarse a mitad de contenidos del curso tampoco pasa nada y para postre, para no traumatizar a los educandos con cuatro asignaturas se pasa de curso.
Está claro, que conviene a estos políticos un país de zoquetes y eso es lo que persiguen, y además educados finamente en unos principios que le sean convenientes, toda una ruina para una de las sociedades europeas menos preparadas, donde no se preocupa por la calidad de la enseñanza.

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